La Cuaresma es un tiempo especial en el Calendario Litúrgico que dispone y prepara al cristiano para celebrar el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Muchos recordamos y no sin nostalgia, que en este tiempo, no hace muchos años, se vivía con mayor intensidad la vida cristiana por parte de muchos fieles; la Cuaresma creaba un clima espiritual y un estilo de vida especial, el ayuno y la abstinencia era mucho más rigurosa y frecuentes que en la actualidad, el privarse de ciertos placeres y diversiones era muy frecuente, el acercarse a los Sacramentos, especialmente de la Confesión y Comunión era casi general, la predicación era más frecuente y abundante en este tiempo a través de los ejercicios espirituales y charlas que se organizaban en las parroquias, por lo que las conciencias de muchos hombres y mujeres se removían
durante este tiempo cuaresmal, y no eran pocos, hombres y mujeres los que volvían al buen camino de la vida cristiana. Mucho de esto es historia, la Cuaresma externamente al menos, como consecuencia de
la secularización apenas si se nota.
Frente a esta realidad, observamos en nuestros días como las hermandades y Cofradías intensifican durante este tiempo su vida cofradiera, tanto en la preparación de sus desfiles procesionales como en sus cultos estatutarios (novenas, septenarios, triduos....) Los pregones se multiplican, basta detenerse en los escaparates de los comercios para observar la profusión de estos actos. No faltan quienes menosprecian estas manifestaciones de religiosidad popular, por el enorme peligro de superficialidad, de falta de autenticidad, de ostentación y folklorismo que puede haber en muchas de las Cofradías y Hermandades en todos estos actos, pero esa no es la actitud pastoral correcta que hoy la Jerarquía de la Iglesia recomienda, y no es menos cierto por otra parte que muchos dirigentes de estas hermandades tienen la mejor de las disposiciones; por eso los pastores deben orientar todos esos actos, potenciando y rectificando el sentido religioso que subyace en todas estas devociones, para hacerlas progresar en el conocimiento del misterio de Cristo.
Siendo realistas, si faltaran en la actualidad esos actos cuaresmales organizado por las cofradías, si la Iglesia no aprovecha esas posibilidades que las hermandades ofrecen a la Iglesia ¿qué otros actos podría organizar? Si no hubiera desfiles procesionales en la Semana Santa, la masa de creyentes ¿se enteraría siquiera de que es la pascua del Señor?
Centrándonos en el tema de este trabajo, sobre los cantos tradicionales de la cuaresma, son propios de este tiempo los cantos llamados penitenciales, escritos la mayoría en tono menor que principalmente tratan de mover al cristiano al arrepentimiento de sus pecados, a la conversión y cambio de vida; sus letras hablan del amor de Cristo dispuesto siempre a perdonar al hombre arrepentido; del dolor y sufrimiento de Cristo en las horas de su pasión y muerte en la cruz, junto al dolor de la María al pie de la cruz unida íntimamente al sacrificio de su propio hijo.
Los cambios que se han producido en la manera de vivir la cuaresma en la actualidad, que no son otra cosa que reflejo de los cambios sociales que se ha producido en nuestro tiempo y que ha afectado a todas las instituciones, es lógico que haya llegado a las celebraciones litúrgicas, especialmente, después de la celebración de un Concilio, el Vaticano II y que en los cultos religiosos ha significado una verdadera revolución, afectando de una manera muy especial a la música y al canto en la liturgia. Como consecuencia de todo esto, a partir de ese momento se suprimió casi totalmente el canto Gregoriano en la liturgia; el órgano y el armonio quedaron olvidado en las Iglesias dando paso al uso de las guitarras, muy mal tocadas por otra parte en la mayoría de las celebraciones; se han introducido ritmos y cantos de muy baja calidad tanto en letra como en música, compuestos en muchas ocasiones por personas, de muy buena voluntad, pero con escasa preparación para asumir esa función. Sin embargo no todo es negativo, porque estos cambios han dado paso y con acierto a otros cantos más sencillos, con más posibilidades de participación, llenos de sentido comunitario y con textos llenos de sentido teológico, tomados literalmente muchos de
ellos de la Biblia, éstos permiten que la comunidad tome parte activa en el canto, y que deje de ser un mero espectador y oyente.
Por otra parte, la estructura de muchas de estas celebraciones y actos de piedad, ha cambiado sustancialmente de estilo y forma, por lo que la mayoría de esos cantos, recargados, muy largos, con melodías dulzonas, muchos de ellos más propios de la escena teatral que del culto, con letras a veces de escaso valor tanto literario y dudoso sentido bíblico y teológico, es natural que hayan desaparecido, a pesar de haber sido compuestos para estas celebraciones religiosas. Algunos de esos cantos han sido enormemente populares, conocidos por todos, ya que se repetían año tras año en los cultos dedicados a las imágenes titulares de cada hermandad o Cofradía.
Concretamente en nuestra ciudad, han sido muy populares los Dolores a la Virgen compuestos por los maestros H. Eslava y los del Maestro Sequera con letra del poeta giennense Almendros Aguilar y que todavía parcialmente se cantan en la novena de N. P. Jesús Nazareno; los gozos a N. P. Jesús N. del Maestro Pancorbo; las coplas para el sermón de las siete palabras de Sequera y el canto a las cinco llagas de N. S. dedicado al Cristo de S. Bartolomé del M. Pancorbo, estos entre los más conocidos y populares, cuyas partituras se encuentran en el archivo musical de nuestra Catedral. La Iglesia en la actualidad recomienda enriquecer los ejercicios piadosos, respetando los elementos tradicionales pero los mismos deben estar inspirados en la Sagrada Escritura como libro fundamental de la oración cristiana, que se utilicen fórmulas litúrgicas de plegaria, tomándolas del Misal y de la Liturgia de las Horas, los textos de alabanza y
acción de gracias, petición y súplica (himnos de laudes y vísperas, aclamaciones, preces de los fieles) estos textos y cantos se podrían compaginar con los tradicionales que el pueblo sabe de memoria complementándolos. Por lo que es natural que estos cantos en su totalidad no puedan cantarse en las celebraciones actuales, aunque sí los estribillos, conocidos por el pueblo, y algunas aclamaciones más sencillas, pero dejando los grandes y complicados solos para otras circunstancias.
Ante esta realidad, y como hay ciertamente muchos Cofrades para quienes estos cantos, que los han oído durante gran parte de su vida, algunas Hermandades de Jaén y quizá mejor aún, la Agrupación de Cofradías, tan celosa de guardar y conservar la tradición, podría hacer una labor loable en este campo, recuperando todos esos cantos, a través de una grabación discográfica sencilla, y que en la actualidad podrían ser los intérpretes, gentes de Jaén que conocen esas melodías, no exentas de belleza, y que despiertan en muchos, sentimientos de piedad y devoción hacia sus imágenes titulares, una vez hecha la grabación, podrían adquirirse en las sedes de las distintas Hermandades.
Como hijos fieles de la Iglesia, no cabe otra actitud que la de seguir las orientaciones que la Iglesia hoy nos indica a través de sus pastores. Letra de Los Dolores de la virgen, que se cantaban en la Novena tradicional de N. P.
Jesús Nazareno en Jaén, con música del Maestro Sequera y letra del poeta giennense Almendros Aguilar.
Fuente: Juventutem Argentina