Nos levantamos hoy con la triste noticia del fallecimiento del Papa Benedicto XVI. Si bien se esperaba su fallecimiento en un momento u otro dada su avanzada edad y complicaciones de salud, no deja de ser dolorosa la partida de quien fuera un bondadoso y digno Sucesor de Pedro, que no empece algunos errores cometidos en momentos de su vida eclesiástica, hizo todo lo posible por reparar y guiar la Barca de Pedro por el recto camino. Baste recordar que el propio Príncipe de los Apóstoles negó a Cristo tres veces, se arrepintió ante la mirada del Salvador y murió mártir. Precisamente, la grave situación moral, doctrinal, eclesiológica, y litúrgica; la autodemolición exacerbada que hoy atraviesa la Iglesia con ondas expansivas de herejía y apostasía, sin duda fueron en este preclaro Defensor de la Fe causa de un lento y doloroso martirio blanco.
Que Dios Todopoderoso, por intercesión de la Santísima Virgen María, San José, San Miguel Arcángel, San Benito de Nursia y toda la corte celestial, derrame su misericordia sobre el alma inmortal de su siervo Benedicto, y lo acoja en el Reino de los Cielos para allí gozar de la eterna bienaventuranza.
Requiem aeternam dona ei Domine, et lux perpetua luceat ei. Requiescat in pace. Amén.
dom. Edgardo J. Cruz Ramos, CPMO
Presidente
Una Voce Puerto Rico
